Son los errores y las cicatrices,
son blancas canas de haber aprendido,
son las arrugas de tanto reírme,
de haber ganado y de haber perdido.

Son las estrías del paso del tiempo,
son los achaques de haber caminado,
son los pasitos del niño y del viejo,
que no nos quiten todo lo bailado.

Son los amores que no funcionaron,
son los amigos que siempre se quedan,
son los abrigos y los desamparos,
son las resacas de tantas cervezas.

Son las huellas en la senda,
la señal de lo que he fui,
que el ocaso me sorprenda
brindando por lo que viví.

Ay…
Como duelen los cerrojos
cuando se termina el son,
que no se acabe este ron
y que cante el petirrojo.
Mi cantar se volvió rojo,
se me piantó un lagrimón,
será que se me metió
el calendario en el ojo.

Son tantas dudas y tantas historias,
son tantos sueños y tantos peldaños,
son ataúdes en nuestra memoria,
la inmadurez que sólo dan los años.

Son los amores que nunca se olvidan,
son los amigos que nunca se marchan,
son melodías que alegran la vida,
son los olores que traen la calma.

Son las huellas en la senda,
la señal de lo que he fui,
que el ocaso me sorprenda
brindando por lo que viví.